Entradas

Mostrando entradas de abril, 2021

Los abogados, gente de (muchas) letras

Imagen
  Julia Cameron escribió The artist’s way,  una especie de curso de autoayuda destinado a (¿será posible eso?) estimular la creatividad, que sigue siendo un éxito de ventas un cuarto de siglo después de su aparición. Opina que del mismo modo que los pichones de pintor a los que se ha reprimido su vocación suelen dedicarse a enseñar artes pláticas en las escuelas, los jóvenes escritores son empujados hacia la abogacía nada más que porque se trata de una profesión palabrera.  El resultado de semejante premio consuelo, me parece, es alguien que logra fracasar en los dos campos, como yo. Probablemente por eso, por el resentimiento de no haber podido ser artesanos que embellecieran el mundo con la palabra, es que los abogados se ensañan tanto con ella. No sólo no han embellecido el mundo. Se empeñan en afearlo.   Mole poblano “Apenas  había el  rubicundo Apolo  tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, cuando...”  Cervantes creó a

Defensa de la competencia por Macedonio

Imagen
                      Macedonio Fernández (1874-1952) fue un colosal escritor. Sin él, Borges habría sido imposible. Era argentino. Cuando alguien le adjudicó la condición de uruguayo, respondió:  No tengo de uruguayo más que la circunstancia de haber vivido siempre en Buenos Aires. Pero, aunque sólo sea por ociosidad examinemos, sin ocuparnos de lo que perdería el Uruguay, qué ganaría yo con nacionalidad nueva .  Sería yo de los uruguayos más jóvenes, pero es tarde para nacer . Era abogado. Alguna vez fue nombrado fiscal en la norteña provincia de Misiones, cargo del que fue echado porque jamás creyó necesario acusar a nadie. Sin embargo, alguna contribución hizo a la ciencia jurídica. En uno de los cincuenta y nueve prólogos que tiene su única novela nos entregó un magnífico ejemplo de lo que debe entenderse por ventas atadas ( tied sales ), muchísimo antes de que los téoricos del Derecho de la Competencia comenzaran a demonizar inútilmente ese concepto y a hostigar a gente product

Son cosas mias (privacidad en la Argentina)

Imagen
  No es cierto que la vida imite al arte; imita a la mala televisión. Woody Allen   Cuando Orwell escribió 1984 no había televisión. Pero el hombre había descripto un país cuyos ciudadanos estaban permanentemente vigilados por un omnímodo Hermano Mayor, o Gran Hermano, según la traducción. Ese mirón se ocupaba de sujetos cuyas vidas no tenían absolutamente nada de interesante para el prójimo. La presa podía ser un sujeto que no actuaba en política, que no era rico ni famoso, que no tenía -que él supiera- ninguna razón para escapar de nadie. En suma, un sujeto del todo gris, como yo. Alguien en mi casa recibe un mensaje del recaudador argentino de impuestos, que le dice que le llama la atención que, dados sus ingresos, no emplee a ninguna persona para que la ayude con las tareas domésticas. A mí me parecía que sólo un capataz de obraje chaqueño de hace cien años era capaz de decirle a un peón “te estoy mirando y me llama la atención que siempre andes con una bolsita en la mano,