Linkedin, segundo tiempo (por ahora van “Paja 3 - Trigo 1”)



Queridos colegas abogados:

Entiendo la necesidad de las personas de promocionarse. Pero hice un muestreo y en una abrumadora mayoría de las publicaciones de Linkedin encontré menciones de ustedes por ustedes mismos bastante frívolas y, me permito opinar, a veces un poquitín narcisistas. No venían acompañadas de una idea, de una propuesta, ni siquiera de alguna recomendación de lo que otro pudo haber publicado o grabado.

No, la mera noticia de la participación de ustedes en una mesa redonda no me aporta nada, sobre todo si no me indican qué idea deslizaron ese día. Que los hayan invitado a dar una conferencia en algún lado para mí equivale al “yendo al gimnasio” o al “buen martes” de los usuarios de redes sociales. Y que participen de una convención de la institución que sea que los haya admitido a cambio del pago de una cuota es, para mí, como ir a la del club de bochas o a la del programa de millas de una línea aérea. Nadie anuncia “tuve el honor de participar de una cata de Brunello di Montalcino 2021 en la tienda de vinos de mi barrio”.

Eso va en gustos, pero yo me mato de risa cuando leo que alguien de ustedes ha recibido el premio Top 50 de las abogadas latinoamericanas vegetarianas, ambidiestras, filatelistas y menores de 50 años. No quisiera ser paranoico, pero a veces sospecho que subestiman mi inteligencia (modestísima, pero para esta tontería alcanza). Esos certámenes son tan confiables como los rankings de los restaurantes, de los que parece surgir que de golpe el 80% de los comercios galardonados han cambiado de cocinero o de proveedor de verduras, porque al año siguiente no aparecen ni entre los veinte primeros. Salvo que se lastimara, Federer no estaba en el puesto uno, y un año después en el treinta y ocho.

No sé si acá hay potenciales clientes que leen esas cosas y deciden contratarlos a ustedes por esas noticias. Hay de todo en la viña del Señor, pero yo no hago lo mismo si necesito un médico ni siquiera cuando estoy borracho. Recuerdo que un comité de ética profesional de la American Bar Association patrocinó en 2010 un estudio para saber de qué manera los clientes norteamericanos elegían abogados: un 97% lo hacía por varias vías de obtener referencias que no incluían la lectura de rankings y el restante 3% por “otros medios” (más gente decidía por las páginas amarillas de la guía telefónica que por los rankings). Decidió que no valía la pena gastar dinero en el análisis de la metodología y la honestidad de esos rankings para hacer recomendaciones éticas, porque no influían sobre casi nadie.

Si no pueden poner materiales interesantes, como hace cada vez menos gente, acaso les resultan más efectivas las “publinotas” que se ofrecen en los medios, de esas en las que opina sobre los beneficios de los arándanos para la salud uno que cultiva arándanos. Está lleno de hambrientos que farfullan sobre “la ética periodística”, pero que no sienten la necesidad de aclarar cuándo informan y cuándo promocionan. Un diario publicó en un año diez notas que indicaban que determinado barrio de Buenos Aires, uno distinto cada vez, estaba protagonizando un boom inmobiliario. Cómo la gente puede convivir con un boom efímero por mes y no morir de un infarto es un misterio.

Ustedes se cuidan solos, pero yo temería que me pasara como al pastorcito mentiroso: publicar una vez algo interesante y que nadie lo leyera. Poca gente que mira TV y tiene un control remoto en la mano sigue con mucha atención el tiempo de los avisos comerciales. Por eso debieron inventar la llamada PNT (por “publicidad no tradicional”), que es la que se hace en medio de un programa, sea de manera abierta o disimulada. Con toda lógica, es más cara que la otra. Pero también eso se puede hacer con estilo o de manera “cutre” (España), “chafa” (México), “chimba” (Venezuela) o “berreta” (Argentina).

Si el resto disfruta de saber cómo han hecho ustedes anoche la digestión, o que en un hotel de Miami les han dado un premio impronunciable unos señores de Iowa, bueno, estaré yo en la red equivocada y tendré que cerrar la cuenta para que el scrolling down no me haga perder más tiempo. Una pena, porque todavía hay gente que produce o comparte material valioso, o que provoca discusiones iluminadoras (a lo mejor los que no están de acuerdo con esto podrían iniciar una).

-Ω-


Comentarios

  1. Marcelo: brillante. Como siempre.

    ResponderEliminar
  2. No te puedo agradecer porque no sé quién sos. BUeno, gracias igual.

    ResponderEliminar
  3. Juan Martin Dighero23 de febrero de 2025, 18:59

    Totalmente de acuerdo; aunque lamento que sea una batalla perdida.

    ResponderEliminar
  4. Si le digo "sublime", ¿sabrá Ud. quién es este anónimo?

    ResponderEliminar
  5. Marcelo, has dado en el clavo, como de costumbre. Esta sociedad del bombo y la autopromoción es dañina. No entiendo por qué para existir profesionalmente es necesario ‘venderse’ todos los días en las redes sociales y cómo es posible que los RH se guíen por eso para contratar!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, "Anónimo", quienquiera que seas sos muy amable. Mucha gente de RRHH es buenísima para detectar actitudes. A la hora de las aptitudes en un oficio técnico a veces les falta un hervor (como nosotros tenemos el problema opuesto). Lo mismo les pasa a las consultoras que seleccionan gente. No te preguntan lo que vos preguntarías si buscaras un colega porque no tienen la más neblinosa idea de lo que hace un abogado. Con hacerse ayudar un poquito con uno les alcanzaría.

      Eliminar
  6. Marcelo entretenido y muy cierto. Muy bien escrito. Saludos sigue así.

    ResponderEliminar
  7. Excelente, Marcelo, como siempre. Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Huracán vs. Belgrano de Córdoba. La crónica.

Volumetrías