Doing business in San Jorge


    En mayo de 2016 el intendente de la ciudad santafecina de San Jorge descubrió que la mejor manera de reanimar a la economía del lugar era prohibir durante seis meses la apertura de nuevos comercios. El señor Marucci, que así se llama mi comprovinciano, no está preocupado por la prohibición de las aduanas interiores ni por el derecho de los consumidores a “los beneficios de la competencia y la protección contra toda distorsión de los mercados”, todas menudencias que salen de un folleto que se llama Constitución Nacional y que el abogado del municipio debe de tener por ahí sobre su escritorio. Hay una constitución también en Santa Fe, que en su artículo 25 dice “El Estado provincial promueve el desarrollo e integración económicos de las diferentes zonas de su territorio”. Pero Marucci comprende que la libertad no equivale al libertinaje (como a mí me gusta más el libertinaje no vivo en San Jorge).

No es la primera vez que el hombre se muestra proclive a solucionar problemas innegables a través de herramientas algo heterodoxas Una vez afirmó "Si yo fuera el Presidente, cierro el Congreso y manejo por mi cuenta. Hay que volver a lo riguroso, al garrotazo. Garrote, garrote y garrote, es la única solución ". El hombre pasó hace rato los sesenta años. Seguramente recuerda lo bien que nos fue cuando cerramos el Congreso y adoptamos el modelo de gestión que sugiere. Tal vez en otra vida Marucci haya sido un salmónido y le haya quedado ese empeño por ir contra la corriente. 

Ahora los habitantes de San Jorge tendrán la magnífica oportunidad de practicar la solidaridad con los mercaderes del lugar, que podrán cartelizarse mucho más fácilmente y subir los precios sin temor a que un forastero se les instale al lado y ofrezca productos y servicios más baratos. Los especialistas en competencia llaman a eso una barrera de entrada. Esta es casi una cortina de hierro. El Checkpoint Charlie de nuestra Cuenca Láctea. 

“En seis meses vamos a elaborar una nueva ordenanza con requisitos y fiscalizaciones para que todo el mundo facture, entregue tickets porque hay muchos que figuran como monotributistas y deberían ser responsables inscriptos. En San Jorge nos conocemos todos y no se puede declarar lo que se declara”, dijo Marucci, que decidió que si alguien merece protección contra la competencia esos son los evasores. El plazo de medio año que se tomará el municipio para la modesta tarea de redactar una ordenanza permite esperar de ella una calidad inigualable. 

Mi preocupación es que el intendente se haya quedado corto. En cualquier momento se va a dar cuenta de que también tiene que prohibir por la ruta de las motos, y el de los drones por el cielo, desde pueblos vecinosy cortar los accesos a Internet, porque también hay sanjorgenses que compran cosas en otros pueblos o en otros países y eso también atenta contra una iniciativa tan inteligente de planificación económica.  

San Jorge es uno de los ejemplos de la proeza de aquellos colonos (como todavía hoy llaman en Santa Fe a la gente de campo, aunque no se trate ya de arrendadatarios) que, en este caso, llegaron principalmente de las regiones italianas del Piamonte y de las Marcas para construir en paz progreso material y cultura. Fenomenales chacareros gringos que pusieron manos a la obra sobre la tierra pero que también construyeron escuelas, bibliotecas, teatros, clínicas, sin preguntar antes si estaban protegidos por regulaciones descabelladas. Sus nietos, lamentablemente, ya no se les parecen.  

-Ω- 

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