Un cambalache, pero políticamente correcto

        "Y herida por un sable sin remaches vi llorar la Biblia junto a un calefón", reza el tango Cambalache.

        Pues hemos dado toda la vuelta y ahora hay gente que propone que todo sea exhibido en el mismo sitio, exactamente como en el montepío que describió amargamente Enrique Santos Discepolo.

        La publicación Business Insider (que yo decidí no leer más exactamente hoy, se verá por qué) produjo una nota que lleva el asombroso título ¿Puede usted detectar racismo oculto en su supermercado? 

    No se refiere al trato que dispensan a los clientes de alguna minoría étnica los empleados del comercio, ni a cuánta diversidad hay entre su personal, sino a algo mucho más profundo. Para el paranoico que escribió la nota, la clave está en el sitio donde se exhiben determinadas bolsas, cajas y frascos. Pero no en las conocidas tácticas de poner lo que se quiere vender más en un estante que esté a la altura de los ojos del cliente promedio, ni en las ofertas que aparecen en la “punta de góndola”. Se trata de que la ubicación podría resultar un mensaje ofensivo para un norteamericano que no fuera blanco, porque si pusieran algo en el sector que identifican como de “productos étnicos” o, incluso, “internacionales” podrían estar insultando a las culturas que los han inventado y enviándoles el mensaje de que ellas no son parte de los Estados Unidos.

    La nota comienza con la terrible comprobación de que algo que los norteamericanos llaman “pan italiano” se suele ubicar en la góndola correspondiente a todos los demás panes, pero que los fideos de estilo chino no aparecen junto con los demás fideos, sino en una especie de gueto supermercadil. Una bomba de tiempo que presagia no menos de un par de masacres en escuelas primarias de Texas.

      Sagazmente, se pregunta el cronista si no es hora de revisar alguna probable animadversión contra lo que pueda considerarse “comida de no blancos”. Así y todo, reconoce que ese tipo de racismo no se dirigiría de manera pareja contra todas las minorías. Pone como ejemplo de semejante conclusión que la salsa picante de origen tailandés sriracha era una excentricidad hasta hace poco, pero que ahora se ha vuelto tan popular que luce en el mismo estante que la Tabasco u otras por el estilo que hacen en Louisiana (el cronista no parece tener muy clara la distinción entre las causas y los efectos). Otro especialista entrevistado dice que el fenómeno se debe a que, al hacer lo que hacen, los supermercados sencillamente venden más porque la gente encuentra más fácilmente las cosas, y que no merece la pena darle más vueltas al asunto, pero Business Insider prefiere detenerse en la opinión de un señor que emite un podcast y que ha calificado a la ubicación de la mercadería “el último bastión de racismo en el comercio minorista norteamericano” (¿quedará más racismo en el segmento mayorista?). No es broma, eso dice ese pensador que se llama, comprensiblemente, David Chang.

       Como argentino, por una vez el contraste me llena de orgullo. Nosotros estamos socialmente mucho más adelantados que los americanos del norte. En nuestras panaderías hay pan francés, el maní japonés convive en los quioscos sin ningún tipo de conflicto con el alfajor de dulce de leche, el chorizo español cuelga al lado del salamín criollo y de la morcilla vasca, y así hacemos con todo (será por eso que hay gente que se llama, por ejemplo, López Murphy). No sólo eso, sino que somos tan generosos con los extranjeros que hasta los homenajeamos adoptando el nombre de los productos que ellos inventaron: llamamos a lo que hacemos “queso roquefort”, “pesto genovés” o “vino Oporto” sin que se nos mueva una pestaña.

-Ω-


Comentarios

  1. Debemos retornar, del espumante y del queso azul, al champagne y el roquefort. La muzza con roque no es lo mismo que muzza azul. Incluye y homenajea a nuestros rivales franchute. Une a Francia con Italia, va más allá de Garibaldi. Y con champagne ¿uniríamos también a los hermanos sirio-libaneses? Somos lo que el mundo necesita.

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  2. Ja! Tal cual. No nos ham descubierto. MG

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  3. Ahora entiendo todo, se me hacía complicado comprender eso del patriarcado, sistema por el cual mi abuelo obedecía a mi abuela, mi padre a mi madre y yo a mi esposa, pero esto del racismo en las góndolas es mucho más sencillo y práctico... Bueno, no, la verdad que tampoco lo entiendo...

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