Utilidad del Derecho Comparado

        



        Uno de los mejores inventos para superar el uso del cascotazo, del garrote y de los misiles con ojiva nuclear a la hora de resolver las cuestiones de la convivencia es el Derecho. Así, escrito con mayúscula, para conformar a los presumidos que sostienen que es una ciencia (algunos incluso creen que consiste en muchas ciencias, habida cuenta de la cantidad de academias y facultades "de ciencias jurídicas" que he visto).  Prueba de eso es la sabiduría de los pibes a la hora de organizar un partido de fútbol: negocian, acuerdan y respetan a rajatabla el tamaño del arco, si el gol de cabeza valdrá uno o dos y cosas así. Pocas veces un partido termina en una gresca, pese a que no hay árbitros. Los adultos, en cambio, necesitamos gente que ponga en acción esos acuerdos que llamamos normas, personas apenas sensatas y decentes (no se requieren genios) en que los vecinos confíen mínimamente. Por desgracia, no hemos sido muy buenos a la hora de organizar ese otro partido que es la vida en sociedad.

        Por eso es tan útil la disciplina que llaman Derecho Comparado, que sirve para entender cómo otra gente ha solucionado algunos problemas jurídicos, cómo aplica en los hechos esas soluciones, y para inspirarse en sus experiencias. Yo agrego que puede servir para mitigar un poco la estupidez del provincianismo mental, para entender mejor a los vecinos de planeta sin moverse de casa (por aquello de Pío Baroja: el carlismo se cura leyendo y el nacionalismo, viajando).

        Me informa mi hijo Marcos, que es ingeniero, que en la región italiana de Trentino-Alto Adige, también llamada Südtirol, más precisamente en la ciudad de Trento, siguen utilizando una institución medieval que, algo remozada y desprovista de ciertas innecesarias crueldades, sirve al mismo tiempo como una eficiente administración de justicia y un vehículo de participación ciudadana bastante más divertido que los referéndums que hacen los suizos.

        Se trata de la Tonca, que integra las Feste Vigiliane que se hacen cada junio en honor del santo patrono del lugar, San Vigilio (nunca había oído hablar de ese santo, un hombre que acaso sufriría de insomnio). Es un proceso con todas las garantías que lleva a cabo un Tribunale della Penitenza ante el cual actúan acusadores y defensores y que condena a los culpables a la infamante pena de ser puesto en una jaula y sumergido tres veces en las aguas del río de ahí, que habida cuenta de la proximidad de los Alpes Dolomíticos no han de ser precisamente cálidas. La comunidad de Trento destaca así a las personas que han cometido el acto más criticable, que han mentido o faltado a sus promesas en asuntos relevantes o simplemente que han protagonizado la acción más ridícula del año. Como se trata de un tribunal serio, también por supuesto absuelve gente a menudo.

        Probablemente porque el artículo 27 de la Constitución de la República Italiana prohíbe la pena de muerte y los castigos inhumanos (como, supongo, verse obligado a comer una pizza con ananá), la Tonca no finaliza cuando el condenado muere ahogado, como en su versión original, sino luego de un breve remojo que, se espera, sirva como un tónico refrescante que ayude al depravado a portarse mejor la próxima vez. Y la comunidad comprueba que la imbecilidad y la falta a la palabra tienen sus consecuencias. Hace poco, por ejemplo, uno de los “toncados” fue el responsable de haber comprado dispositivos falsos para el diagnóstico del Covid. ¿Suena familiar, verdad? 

        Bueno, para aprender ese tipo de cosas sirve el Derecho Comparado.

        Habida cuenta del fracaso de nuestra organización jurídica y judicial, en la que nadie dice confiar salvo los políticos y los delincuentes, y de que en cada sitio hay ya disponible un santo patrono, invito a cada ciudad, pueblo o barrio argentinos a que organice su propia tonca. Además de suplir nuestra sospechosa demora en implementar el juicio por jurados, florecería el turismo en sitios que antes nadie visitó y todo el mundo sería más próspero. No por casualidad Trentino-Alto Adige tiene el producto bruto per capita más alto de Italia, superior incluso al de Lombardía y dos veces y media el de Sicilia o Calabria.

        Hay quien me dice que ya tenemos que ponernos a pensar qué haremos cuando las toncas argentinas no den abasto, se congestionen hasta paralizarse y alguna se corrompa. Algún par de charlatanes ha propuesto hacer un consejo de la magistratura que controle a los integrantes del respectivo tribunal de la penitencia. No sé, eso tengo que pensarlo un poco más.

-Ω-


Comentarios

  1. también habría que resolver cómo toncar (es decir aplicar el proceso) en aquellas localidades alejadas de ríos, lagos o lagunas..El uso de piletas (públicas o privadas) sería apropiado? piletas climatizadas en invierno? Evidentemente hay muchos temas que resolver...

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  2. así es, Eduardo. Pero nos sobran lugares y situaciones desagradables. Podríamos enviar a los toncados a caminar por ciertas calles del "Congo Urbano" (donde yo vivo, por ejemplo), u obligarlo a escuchar discursos de campaña.

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