La paja en España

 


        Hay una entidad que suele publicar cosas interesantes, pero que cada tanto patina y produce imbecilidades. Eso nos pasa a todos. A mí también, pero al revés: produzco imbecilidades todo el tiempo y rara vez se me escapa algo interesante, generalmente durante un intervalo lúcido y porque se lo he copiado a alguien.
        Esa entidad se llama Fundación del Español Urgente. Vaya adjetivo; para mí equivale a “berenjena existencialista” o “silogismo biodegradable”. Pero le dicen Fundéu-RAE porque se presenta como una organización asesorada por la Real Academia Española. Se ve que se ha lanzado a hacer algo para lo que no estaba preparada y necesita asesoramiento. Como sea, se ocupa, no sé por qué con urgencia, del idioma que conocemos como español (denominación que los catalanes, gallegos, vascos y valencianos acaso no compartan, pero eso es un asunto de los que viven en los Estados Ibéricos, antes España, y no de los que estamos en los que fueron sus virreinatos).
        A una de sus integrantes, la señora Amanda López (“¿me deletrea su apellido, por favor?”), le sorprende que a algo chiquito como el tubo que se utiliza para chupar líquido de un vaso le llamen de distinta manera en los países hispanoparlantes. Una sorpresa que sorprende, una metasorpresa, porque ellos, por ejemplo, a lo que nosotros llamamos "departamento" y en otros países de la región, “apartamento” le dicen “piso” y es algo grandote. López tituló su artículo algo pretenciosamente Encuesta: ¿cómo se llama el tubo que sirve para sorber líquidos? No sé a quién habrá encuestado sobre semejante asunto, pero me encantaría conocerle la cara a su jefe, si es que estaba avisado de la iniciativa.
        Las reflexiones de la autora evocan a Borges en Las alarmas del doctor Américo Castro (sí, justo vino a llamarse “Américo” alguien capaz de titular algo La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico). Dice Borges “Su método es curioso: descubre que las personas más cultas de San Mamed de Puga, en Orense, han olvidado tal o cual acepción de tal o cual palabra; inmediatamente resuelve que los argentinos deben olvidarla también”. López, admito, no reprueba el uso de pajapajita, popote, sorbete, carrizo, pitillo. Simplemente la maravilla la variedad, como si fuera sensato esperar lo contrario. Ernesto Sabato decía que, muy probablemente, al poco tiempo de pisar estas tierras los españoles debieron de crear palabras para nombrar lo que veían, porque la palabra “río” como ellos la usaban para referirse al Tajo difícilmente les alcanzara para significar algo como el Orinoco o el Amazonas (de hecho, al Río de la Plata Solís lo llamó “mal dulce”). ¿Con qué palabra podían describir a las Cataratas del Iguazú, o a la Pampa, personas que nunca habían visto antes algo parecido?
        Por eso una amiga mía no se alarmó cuando en Madrid preguntó a alguien si había visto a “una petisa morocha con una campera bordó” y el español le respondió que no le había entendido una sola palabra. Es que él habría preguntado por “una bajita morena con una cazadora granate”. Mi amiga sabía que estaba en España y no en Olavarría, en Guayaquil, en Guinea Ecuatorial o en la región filipina de Zamboanga donde hablan ese español llamado chabacano. Pero el episodio no le provocó ganas de escribir un artículo.
        Como para agregar algo propio a su modesta actividad de encuestadora, la señora López expresa algunos reparos con bombilla, palabra sobre la que pontifica que debería utilizarse sólo con referencia a la que se usa para tomar mate. Debe de haber encuestado a algunos uruguayos, que son la verdadera autoridad en la materia. Omite de manera sospechosa que también se usa para tomar tereré. Tenemos allí una laguna académica.
        Cuando doña Amanda repare en que colombianos y venezolanos usan “ahora” para significar “dentro de un rato” (no como cuando dicen “ahorita”), que en Chile “luego” quiere decir “ya, prontamente, sin dilación” (así lo usaba el finado Alonso Quijano) y que en la Argentina “constipado” solamente describe a alguien que sufre de obstrucción intestinal y no equivale también a “resfriado” o “congestionado” como en España o en Ecuador, tendrá para varios años de artículos estúpidos. Tan estúpidos como esto que acabo de urdir. Pero yo soy consciente de mi estupidez, sobre la cual previne a algún improbable lector en el primer párrafo.
-Ω-

Comentarios

Entradas populares de este blog

Huracán vs. Belgrano de Córdoba. La crónica.

Día de la Tradición

Che, ocupate un poco más de tu vecino