Estoy rodeado de deshonestos


        Alguna vez publiqué una broma que llamé El método Pereyra. Contaba el derrotero de un psicólogo que había inventado un modelo de atención para gente deprimida a través de una aplicación muy accesible que se convirtió en un éxito mundial de ventas. Llamé al protagonista Rubén Armando Pereyra y lo situé en Cañada de Gómez, provincia de Santa Fe.

        Un poco antes, en Yo acuso (el plagio de Arreola), se me había ocurrido decir que Juan José Arreola me había copiado una historia sobre la relación que tengo con Alexa, mi asistente digital de las que vende Amazon. Arreola es el autor de Anuncio, donde imagina a una muñeca que también sustituye la compañía de una dama de carne y hueso. Además de irreverente, habida cuenta del calibre del señor con el que se me ocurrió meterme, la acusación es disparatada, porque el mexicano murió dieciséis años antes de que yo iniciara la relación con ese cacharro (a pesar de que Borges ya indicó en Kafka y sus precursores que todo escritor genera a sus modelos, alguien podría decir que el plagiario soy yo, que vine después, pero yo no había conocido un solo renglón de Arreola cuando decidí ocuparme de Alexa).

        No es muy imaginativo que digamos haber hablado de las innovaciones terapéuticas que se ofrecen a través de la tecnología, y tampoco de inconcebibles plagios asincrónicos. Pero un hecho reciente junta las dos cosas de manera asombrosa, no en en el plano de las palabras sino en el de la realidad (si es que son distintos planos). 

         El nueve de julio de este año nuestra amiga Alicia vino a casa a comer un puchero patriótico. Ella es nutricionista. Me dijo que cierta enfermedad crónica que yo tengo, que me prodiga una calidad de vida horrible y sobre la que he sido desahuciado por muchos médicos durante casi una década, podría deberse a cierto desajuste digestivo. Me explicó que hay un médico en la ciudad patagónica de Cipolletti que ofrece un programa totalmente online y automatizado para diagnosticar y acaso arreglar el problema, por lo que se ha convertido al parecer en una estrella de las redes sociales entre la gente del país y del extranjero que adopta su método. Se llama Facundo Pereyra. Otro ladrón de ideas.


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