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Mostrando entradas de agosto, 2023

Explicaciones patrias

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        En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural (Julio Cortázar, Un tal Lucas )           Vivir en la Argentina significa someterse a diario a tribulaciones que serían inimaginables en otros sitios. No me refiero a los golpes de estado, a la hiperinflación, a los piquetes y saqueos, a las crisis financieras. Todo eso es, para nosotros, rutina o, como dicen los gringos, ordinary course of business . Me refiero a la necesidad de soportar la colección extravagante de excusas que utilizamos cuando hacemos algo mal y queremos salir del paso con alguna explicación. Echamos mano de lo normal, de lo predecible, de lo habitual para indicar por qué ocurrieron los accidentes. Como si dijéramos “este mediodía, desgraciadamente, debí suspender la cacería de luciérnagas porque era de día y no tenía oscuridad suficiente”.           Trat

Relaciones exteriores

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          Obra de teatro en tres actos inspirada en el embargo que trabó un juez norteamericano sobre la fragata Libertad , que se encontraba amarrada en un puerto africano, en el marco del juicio iniciado por tenedores de bonos del gobierno.  Primer acto - ¡Eh, allá arriba, hola, hola! ¡Marinero, marinero! ¿Me oye? ¡Acá, acá, en el muelle!  - ¿Qué se le ofrece? ¡Más fuerte que con este viento no se oye nada! - ¿Está el capitán? -  Durmiendo. ¿Parte de quién? - Ya son las nueve y veinte. ¿No era que los militares se levantaban temprano?  - Resaca. Anoche con los muchachos anduvimos por los bares del puerto. Para ver si le levantábamos un poco la moral a la tripulación. Vea, un montón de años de escuela naval soñando con un crucero por Tampa, Biarritz, Taormina, y mire en los lugares de morondanga en que nos hacen atracar, con todo respeto. Y el whisky de acá es fatal. Encima el mareo de tierra. ¿Por qué asunto?  - Soy el oficial de justicia del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil,

Elogio de los caranchos escrito por un abogado

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                   Sí, el título es un plagio algo bestial de Elogio de los jueces escrito por un abogado , de ese toscano colosal que fue Piero Calamandrei. Con su permiso, maestro, y tómelo como un homenaje de este oscuro procurador de provincias cuando se cumplen cien años desde que usted publicó su joya Demasiados abogados .           Ocurre que ahora los abogados no sólo son demasiados (en un país que, así y todo, no se caracteriza precisamente por respetar las normas mucho que digamos), sino que se comportan como una manada. Eso produce algunos fenómenos curiosos, como una sentencia que acabo de leer y que me pareció bastante divertida.           Invocando la representación de los abogados porteños, el colegio que los agrupa de prepo demandó a una cámara de empresas aseguradoras de riesgos del trabajo que había hecho una publicidad de mal gusto. Para indicar que no hacía falta contratar abogados para tramitar ciertos reclamos esa cámara había aconsejado evitar “los caranchos”.  A

La bestia descuidada

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          Para titular los capítulos de Historia universal de la infamia , Borges (según Octavio Paz, el mejor adjetivador de la lengua castellana) usó una lista de condiciones asombrosas, impensables para cada uno de los protagonistas: El atroz redentor Lazarus Morell , El proveedor de iniquidades Monk Eastman , El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké , El impostor inverosímil Tom Castro . ¿Cómo puede ser atroz un redentor, o incivil un maestro de ceremonias?           En el estado de California han descubierto al racista inadvertido, al homofóbico involuntario, al discriminador maquinal. Mi equipo de investigadores me acerca una ley de ahí que obliga a que los cursos de capacitación continua que todos los años deben tomar los médicos incluya un módulo sobre “prejuicios implícitos” ( implicit bias ). Con eso quieren que descubran la porquería humana que son aunque no se den cuenta.           Todos los profesionales que están en contacto directo con pacientes deben capacitarse

De senectude

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          Yo no estoy viejo, mucha gente rejuveneció de golpe. O tal vez me ocurrió lo que a Groucho Marx, que dijo "nací a una edad muy temprana".          A veces acusamos a los millenials , centennials o como se llamen  de repentistas, de improvisadores, de superficiales en su actitud multitarea. Cualquiera que, como yo, haya trabajado ya de grandecito en los servicios jurídicos de una corporación identifica de qué manera esa gente hace las consultas; en realidad, de qué manera no las hace.           Se trata de un error. Si hay algo que no tengo es prejuicios. Esa gente es así siempre, no a veces.           Ayer estaba yo haciendo un poco de caminata por el Bosque de Chapultepec. Primera aclaración, casi innecesaria: lo hacía por prescripción médica y no para lucir mejor, menos por un inconcebible gusto de hacerlo. Segunda: la elección del lugar no fue ninguna excentricidad, sino producto de haber tenido que venir a México por razones familiares. En eso vi a una niña en

De libros, apocalipsis y finales felices

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                    En 1991 la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos preguntó a sus usuarios qué libro había sido más influyente en sus vidas. Los dos primeros lugares correspondieron a La Biblia y a La rebelión de Atlas , la novela de 1957 escrita por la atea Ayn Rand. Como en el  Cambalache de Discepolo, "La Biblia junto a un calefón".           Convicciones religiosas aparte, en términos literarios La Biblia me parece el mejor libro jamás escrito. O, en realidad, la mejor obra colectiva. Un aplauso para el compilador. El Antiguo Testamento es un muy buen thriller . Dan, es verdad, un poquito de repelús tantos misterios, traiciones, venganzas, ingratitudes, caprichos divinos y miserias humanas. El Nuevo me parece una bellísima historia de caballería andante (o de burrería andante) mucho antes de que llegara Alonso Quijano, que ahorró once apóstoles. Aunque también tiene sus cosas desconcertantes: manda poner la otra mejilla, algo que si hiciera todo el mundo sól

Por qué no hablo alemán

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Tal vez sorprenda esta revelación, pero yo no hablo alemán. Ese dato no merecería ninguna explicación: tampoco hablo sueco ni holandés, no sé reparar neumáticos ni conozco la receta de los callos a la madrileña. Quiero decir que semejante carencia no tendría ninguna causa específica si no fuera porque sí la tiene.   Siempre me atrajeron los idiomas. Mejor dicho, los distintos mundos que describe cada idioma. Porque es falso que esas convenciones tribales contengan, cada una, términos equivalentes. Los diccionarios bilingües sólo atinan a la aproximación para llamar a cosas que tienen alguna nota en común. Del mismo modo que es arbitrario que, por ejemplo, nos permitamos atribuir el mismo significado al término que usamos para señalar la Piazza Navona y la Plaza Once, lo es que digamos “río” para designar al Tajo y al Amazonas solo porque por ambos cauces corre agua. Las traducciones tampoco dicen la verdad para nombrar lo que reputamos no ya parecido sino idéntico. Que alguien me