Entradas

Colateralidades

Imagen
Nos perdimos cuando intentábamos encontrar la entrada de un parque natural en Galicia, al lado del mar. Distraído, al retroceder toqué apenas el guardabarros de un auto que estaba estacionado frente a una casa de campo y le hice un pequeño rayón. Al “chocar” en ese lugar al único vehículo que debería de haber a cientos de metros a la redonda batí mi propio récord de torpeza. Vivía allí una señora bastante mayor a la que, avergonzados, debimos decir que habíamos dañado lo que supusimos era su auto. Era en realidad de la novia de su nieto, que salió después. Nos dimos los datos del seguro, llenamos un formulario conjuntamente y todo eso terminó de la mejor manera dentro de lo que permitían las circunstancias. Lejos de enfurecerse, mientras yo me ocupaba de la burocracia la señora Marisa se puso a contar su vida a María José. Se la veía encantada de que alguien hubiera llegado hasta su puerta, y más de que la visitante se llamara nada menos que “Freire Mariño”, dos apellidos que en Galici...

Cetáceos unidos jamás serán vencidos

Imagen
Como me pasa siempre, mi ensayo Bestiario jurídico fue rechazado por cada una de las insensibles editoriales que visité. Apuesto a ni siquiera lo leyeron (debería usar seudónimo). Lo cierto es que en ese trabajo me había ocupado de las conmovedoras iniciativas que toma la comunidad de los juristas para defender los derechos de los animales. Referí interesantísimas normas sobre las palomas mensajeras, sobre las carreras de galgos y sobre los paseadores de perros ajenos. También destaqué la actividad de la Comisión de Derecho Animal del colegio de los abogados porteños (algo sorprendido por la ubicación del adjetivo) que consagra el irreprochable derecho de los animales domésticos a vivir libres de todo sufrimiento y promete la cárcel para las personas que cometan el delito de “biocidio”, que consistiría en matar sin permiso de la autoridad a cualquier “sujeto de derecho sintiente no humano” (el que siente es el sujeto, no el derecho, otra vez hay que aclarar que así ubica esta gente lo...

Es sólo cuestión de empezar

Imagen
     A los que hemos intentado emular la literatura sin haber logrado jamás una frase decente nos asombra la manera en que alguna gente inicia sus libros. Hablo del inicio literalmente, de la primera oración de un relato.       Acaso una de las frases más celebradas de todos los tiempos sea la que presenta de manera acabada al más estrafalario, pero también más exquisito, de los locos que pudieron haberse imaginado:      En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.      De su lado, el máximo adjetivador del español desliza un par de regalitos al tiempo que augura un cuento perfecto:      La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierr...

Éramos pocos y llegaron los abogados

Imagen
           Leo que el Consejo General de la Abogacía Española y la Real Academia presentaron un "Diccionario panhispánico del español jurídico" . La novedad respecto de cualquier otro diccionario es su ostensible condición de “panhispánico”, que supongo que quiere decir que sirve para que le saquen provecho en todos los sitios donde se habla el español. Me asombra que los directivos de la abogacía española sepan cómo nombran a algo un laboralista de Morón, el socio de una firma de abogados en Guinea Ecuatorial o un fiscal que habla chabacano , esa forma de español que usan en cierta acotadísima región de las Filipinas.      Confieso que jamás comprendí del todo para qué sirven las academias de la lengua. De todos modos, reconozco que es práctica de algunas academias recopilar el vocabulario de algunas actividades esenciales para la vida en comunidad. Por ejemplo, la Academia Argentina de Letras incorporó en 2013 a su catálogo las obras ...

Cuatro sobrecitos y dos botellitas

Imagen
Eso es lo que acabo de comprar en el supermercado Jumbo. Más precisamente, cuatro sobrecitos de gelatina dietética de frutilla y dos botellitas de jugo de manzana (no se trata de que yo tenga ese estrafalario patrón de consumo: algunos estudios médicos -inconfesables, indecorosos- me autorizaban a consumir antes sólo esas porquerías). Me dirigí al puesto que permite que uno evite colas y pague solo, como vi que existen en los países un poco menos salvajes que el nuestro. Luego de escanear los seis elementos y de deslizar mi tarjeta de crédito por el lector, la pantalla me ordenó suministrar la siguiente información: - si la tarjeta era de débito o de crédito, algo que el sistema no es capaz de distinguir - el número de mi documento de identidad. - los últimos cuatro dígitos de la tarjeta. - el código de seguridad de tres dígitos de la tarjeta. Como pese a mi edad provecta extrañamente sigo sin necesitar anteojos para leer y soy buen dactilógrafo (es, creo, para lo único que me ...

Caramelos protestantes

Imagen
              La ética protestante y el espíritu del capitalismo es un célebre libro escrito a principios del siglo veinte por Max Weber, uno que intentó explicar el vínculo causal entre la adopción de la Reforma y la prosperidad . A mí no me da el cuero para analizar esas teorías. Lo que sí veo es que en los sitios donde históricamente ha dominado la cultura protestante parece haber algo menos de sospecha por el prójimo. Tienen vilezas y corrupciones como cualquiera, pero no parecen presumirlas todo el tiempo. Creo recordar que Fukuyama en Trust y Peyrefitte en La sociedad de la confianza explicaron que la gente que desciende de parajes algo más alejados del Mediterráneo parece des confiar menos de sus vecinos (por lo menos, digo yo, de los vecinos que tienen ojos claros como ellos) .             Me gustan unos caramelitos que hacen en el norte de California llamados Jelly Belly . Se hicieron bastante c...

Los enigmas del carnaval

Imagen
Cada uno de nosotros es una montaña de incoherencias. Tal vez sea eso lo que nos vuelve interesantes a los humanos. Clint Eastwood dijo “si quiere garantías, cómprese una tostadora”. Yo adapto eso: “si no quiere contradicciones, adopte un robot”. Eso ocurre en especial a la hora de conmemorar algo gozosamente. Hay, por ejemplo, personas que homenajean a un santo corriendo por una callejuela delante de toros enloquecidos, y otras que recuerdan a un líder que llaman “el primer trabajador” no yendo a trabajar. Yo, siempre atento a los temas prácticos, a los problemas de todos los días que alguien tiene que solucionar, he puesto ahora atención sobre el fenómeno del carnaval. Se trata de gente que ejerce su irreprochable derecho a tomar la calle para bailar y transpirar en el impiadoso verano austral. Y de otros que pagan para ver eso. Personalmente, me parecen desagradables todas las tradiciones carnavalescas de las que he visto alguna imagen, incluidas las que tienen su propia estética, c...